Historia cientounera.
Ha pasado ya una semana, a estas horas íbamos de camino a Ronda con la incertidumbre de cómo amanecería y qué nos depararían los 101 Km. Aún lesionado, pero con la ilusión y la determinación intacta de llegar a la Alameda del Tajo sin importar nada más, solo disfrutar de la prueba y de nuestra amistad.
Atardecer en el Puerto de la Muela |
El ambiente en la recogida de dorsales aumentaba la motivación exponencialmente.
Recogida de dorsales |
Muchas pruebas son las que hemos corrido juntos, pero sin lugar a dudas, esta es en la que mejor lo hemos pasado y mayores anécdotas podremos contar. Hoy tengo nostalgia, a mi mente solo vienen grandes recuerdos, la cara de Paco de Cártama en el primer kilómetro. Sentí mirarme en el espejo.
Paco de Cártama. |
Los gritos de la gente y los altavoces con música a todo volumen en los balcones de la calle la Bola te llevaban en volandas.
El paso por la plaza de Toros y la familia esperando en el Puente Nuevo, ese beso apasionado de mi mujer y los abrazos de la familia.
Plaza de toros. |
La cara de ilusión de Marina y Alejandro.... y la de Antonio.
La belleza del casco antiguo de Ronda el paso por el arco de Felipe V.
El lanzamiento del pollo chamánico que cura todos los males en el puente de la Ventilla.
El caramelo ofrecido por un niño nada más salir de Ronda, olor a tierra mojada al paso por Arriate, un niño cubierto con un chubasquero, sentado en una silla antes de comenzar la subida a los Cochinos. Cada uno de los credos legionarios que encontrábamos a nuestro paso.
Espíritu de compañerismo |
Arriate |
El grito de "Vamos... no hay dolor", de una persona que nos alentó durante toda la carrera y llevó a su equipo en volandas.
La parada a estirar piernas en el Cortijo del Polear, el vídeo en directo y la pasada de naranjas que nos comimos.
Cortijo del Polear |
Alcalá del Valle y la fuerza que nos dieron las nueces élficas para afrontar las subidas.
Alcalá del Valle de los futuros cientouneros |
Mítica cuesta de Alcalá del Valle |
Los aplausos de la gente al paso por Setenil y la parada en el quiosco a tomar un helado.
Tomando un helado |
La amabilidad de aquel hombre que nos dió vaselina para los pies y las cero ampollas. Los campos de trigo al pasar el Cortijo Calle y amapolas de la serranía hasta llegar a Chinchilla.
La noche y la bajada hasta el tercio corenado entre todos "Un marranito muy chiquitito que vamós a hacer chicharrón", el tiki tiki, taka taka", el "tris tras tracatrá". Recuerdo a quella persona que parecía un Ferrero Rocher envuelto en una manta térmica, seguro llegaría a meta. La entrada al tercio y las llamadas telefónicas de apoyo. El frío al salir de allí. La subida a la ermita y el guaraná que me tomé de tirón por error. No volvería a dormir hasta el domingo. Los frontales en la oscuridad.
La bajada a Benaoján, gritando y corriendo como un loco. La subida hasta el puerto de la Muela y una bajada con poca iluminación, en la cual Antonio gritaba " !que no llevo luz¡" . La última subida, la cuesta del cachondeo y la niebla y la luz ténue que envolvía el Puente Nuevo.
La recta hasta la meta corriedo a las 04:30 junto a mi mujer y a familiares. El abrazo de dos amigos, coomplices de una gran aventura. Estoy enormemente agradecido a Ronda, a todos los pueblos implicados en la prueba y a la legíon por todos los sentimientos y valores que en mí despertaron en 2009. Desde entonces no he faltado a la cita.
Finisher 2017. |
Soy cientounero y volvería a correr los 101 Km mañana mismo.